La atención al estado de nuestra microbiota es, por lo tanto, fundamental si hablamos de fertilidad. Para saber cómo cuidarla, hay que tener en cuenta que en su composición interfieren muchos factores del estilo de vida de las personas, como la alimentación o el estrés, pero también la edad o el consumo de fármacos.
A nivel médico, la microbiota del tracto genital, que es clave en la fertilidad masculina y femenina, debería estar dominada por Lactobacilos, pero si la población de estos microorganismos es escasa y no se consigue incrementar con un estilo de vida saludable, se podrían emplear probióticos con cepas específicas que mejoran su composición, tanto para la microbiota vaginal como para la seminal. Esto es lo que conocemos como Microbioterapia, “pero debe ser siempre pautada por un profesional de la salud”.